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Día de habas...

El programa de la tarde era prometedor... sentarme a estudiar...pff... aunque me gusta, la tarde de hoy 29 de Mayo se burlaba y sonreía con 25° y una brisa tentadora... .En la mañana ya había hecho los trasplantes que quería, preparé tierra que más tarde pasarían a buscar y otra que tenía que llevar al mediodía; coseché y almacené unas semillas, sembré otras; le puse arcilla a unos tallos de Palma de la India, que Ramón en su afán por alcanzar su piña quebró con las patas traseras y también cambié de lugar unas plantas, el frió y la lluvia, a pesar del atrevimiento, se vuelven inminentes...





Llegaron las 16h y la brisa tentadora se hizo cuerpa... no lo dudé y arranqué pa la playa con mi compañera de todos los momentos, la amiga canina que toda persona debería alguna vez permitirse disfrutar... adorada Rita... collar, morral y agua en mano y allá nos fuimos...








Ni bien puse los pies en la playa lo supe... Al bajar la mirada hacia la arena lo primero que vi fue un haba, y enseguida lo sentí... hoy iba a ser uno de esos días.










Seguí y al dar unos pasos más, vuelvo a ver y allí estaba, otra haba... La alegría escapó por mi boca al grito de_ ¡Hoy es un día de habas, hoy es un día de habas!_ eramos Rita, el viento, la playa y yo... La costa era nuestra... el manto de arena esperando que nuestras huellas dejaran su dibujo..




Le llamo “Día de habas” a esos días que el mar presenta su abundancia a tus pies... le puse así porque uno de esos días que el manto estaba como virgen en una caminata encontré 28 habas, sí, 28 y 28 es el día de nacimiento de Cecilio así que algo significaba... Desde que estoy viviendo en El Pinar he tenido la fortuna de bajar a la playa en varios de esos días....


Comenzamos la caminata y primero llegó una casa de caracol, sin un rasguño, delicada y frágil en nuestras manos, pero tan fuerte como para resistir el viaje de arena y mar que la dejó donde la encontré, pronto llegaron semillas varias, semillas que quizás han viajado cien lunas desde quien sabe donde, semillas que voy guardando y renovando en mi altar de la memoria... (para no olvidar lo importante), para ahí mismo va un nácar que llegó a la orilla y unas piedras pintadas por la naturaleza y el tiempo como no podría pintar ningún artista por más técnica, creatividad y audacia que tenga. Seguimos y cuatro habas más fueron apareciendo ante mis pies, todas distintas, todas hermosas, todas perfectas.


Seis habas encontré en mi caminata por la playa, seis piedras, dos nácar, un mejillón con sombrero, una madera con forma de oruga y una semilla que nunca había visto y con ella seguro una historia que espera ser imaginada... todo eso sentí que era para mi... había mil maravillas, millones de tesoros e infinitas historias, todas apoyadas en la arena blanca de El Pinar, sí, hoy la playa estaba limpia, aunque creo que la había limpiado el mismo mar...


Nos sentamos a los pies de un medano, yo a contemplar los tesoros y el mar y Rita todo lo que la rodea, le encanta observar...


Cuando me fui a levantar, una moneda rodó de mi bolsillo y se enterró en la arena, atiné a mirar y agarrarla... pero algo adentro o que me dijo el viento me hizo que la deje y quedó allá...

Hoy fue un día de habas, un día para conectar...





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